Por: María Fernanda Barrientos – Comunicadora Social
Con la llegada de los españoles a América, nuestros indígenas vieron poco a poco como sus lenguas nativas empezaban a desaparecer. El español se apoderó del continente e idiomas como el chibcha perdieron su dominio en la Región.
Según cifras de la Unesco, actualmente se registran 6 mil lenguas en el mundo, han desaparecido aproximadamente 1.106 idiomas y se espera que para finales de este siglo no existan 3 mil. Para esta organización, la extinción de lenguas nativas es más acelerada que la de especies de plantas o de animales.
Sin embargo, algunas palabras de estos idiomas logran permanecer en el tiempo. Ejemplo de ello es el léxico chibcha, lengua del pueblo que se ubicó en las tierras altas de Tunja y Bogotá, y que sobrevive en pleno siglo XXI en las calles colombianas mediante el uso de coloquialismos.
Con seguridad usted las usa a menudo pero no conoce su historia ni su verdadero significado. Hagamos memoria y reconciliémonos con nuestro pasado, que nos hace únicos y nos otorga una identidad digna de mostrar al mundo.
Preste atención, pues según el diccionario muisca- español creado por la Universidad Nacional, “cucha” no es una señora vieja, “guache” no hace referencia a un hombre grosero, “guaricha” no es una mujer poco educada, “chuchumeco” no es un anciano, “chuzo” no es un mal lugar, “güeva” no es alguien tonto y la “moza” no es la amante del marido.
Aclaremos el asunto: “cucha” quiere decir mujer más bella que el arco iris; “guache” significa guerreros valientes y orgullosos; “guaricha” es una princesa sabia y sagrada; “chuchumeco” expresa algo desagradable; “chuzo” es un bohío para hacer trueques; “güeva” representa a un extranjero y “moza” traduce pasado mañana.
Es inevitable que el verdadero significado de estas palabras se haya tergiversado, pues a partir del descubrimiento de América los conquistadores y cronistas debieron recurrir al lenguaje de los indígenas, para poder describir y darle nombre a los escenarios desconocidos que hallaron en este nuevo mundo.
No obstante, muchas de ellas conservan su significado. Cuándo alguien se “achanta” es porque se siente mal, una persona “chichipata” quiere decir tacaña, el “compa” es un compañero, el “chichi” aún es orina y por supuesto “chimba” es algo agradable o bueno.
A esto se suma que gran cantidad de nombres de alimentos, plantas y animales provienen de esta lengua. Es así como el “cuchuco”, la “curuba”, la “changua”, la “chicha”, el “fique”, la “guadua”, la “tatacoa” y la “uchuva” conservan su sentido inicial.
Los idiomas reflejan la visión única del mundo, representa un sistema de valores, su filosofía y las características propias de una cultura. Si como individuos permitimos que se olviden nuestras raíces, lo que se produce es una perdida irrecuperable de conocimientos únicos que se han gestado a lo largo de los siglos.
La lengua es una fuente de creación, de comunicación y un sinónimo de tradición e identidad para toda la sociedad. Por ello, es nuestro deber aprender a conservar el legado de nuestros ancestros, pues como diría el poeta chino Alitet Nemtushkin:
“Si olvido mi lengua materna
y los cantos que entona mi pueblo,
de qué me sirven mis ojos y oídos,
para qué quiero mi boca.
Si olvido el olor de mi tierra
y no la sirvo como debo,
para qué quiero mis manos,
qué hago yo en este mundo.
Cómo podré admitir la insensata idea de que mi lengua es pobre y endeble, cuando las últimas palabras de mi madre fueron musitadas en Evenki”.